viernes, 14 de diciembre de 2012

Iglesia ciega, sorda y muda ante la persecución religiosa del siglo XX


"Roma en desdichas, cae en desastres la ciudad ducal. Hermetismo en el Barrio de Nápoles. Desorientación en el Vaticano. La iglesia se hunde, el Papa saldrá, se popularizará pero tarde será. Las reformas asustarán a los católicos. Los curas jóvenes enfrentarán a las corrientes pasatistas de poder en dominio. Nueva Iglesia. Nuevas formas. Conciliábulos en luchas. El mañana será el regreso a las catacumbas." (1938)

La persecución religiosa en la Unión Soviética tomó formas diferentes en períodos diferentes; virtualmente, todos los teólogos y demás líderes de la Iglesia ortodoxa rusa fueron exiliados durante la década de 1920 o ejecutados en la década de 1930. Para dar una idea cabal de la tragedia sufrida por esta Iglesia, basta mencionar que, entre 1,917 y 1.937 fueron detenidos 136.000 clérigos de los cuales 95.000 fueron asesinados.
En el período comprendido entre 1.917 y 1.939, de 80 a 85% de los clérigos de la época pre-revolucionaria desaparecieron.
Los templos, como la Catedral de San Basilio y las catedrales del Kremlin de Moscú fueron convertidos en museos del comunismo.
Algunos fueron demolidos como la catedral de Cristo Salvador (erigida en el siglo XIX en señal de gratitud por la victoria sobre Napoleón) y la Catedral de Nuestra Señora de Kazán, del siglo XVII.
Mientras tanto en el vaticano se rezaba para que Dios intervenga...

La matanza de católicos del 1936 durante la Guerra Civil española 
La masacre de sacerdotes y frailes católicos empezó a gestarse en España cuando, en 1.922, se creó el grupo "Solidarios" (Durruti, Ascaso, García Oliver...) del que surgiría la FAI en 1.927 y que para 1.933 tendría el control total del sindicato CNT. En este año 1.933 crean "la Legión Roja", un grupo de acción preparado para aprovechar "los impulsos espontáneos o provocados en el pueblo" y conducirlos no a una República Democrática sino a la Revolución.

Los teóricos de este grupo tenían claro que la revolución se enfrentaba a "la hidra de las tres cabezas": Capital, Ejército e Iglesia.
De éstas, la más fácil de cortar era la Iglesia: consistía en denigrar y luego matar a gente desarmada, bien localizada, muy repartida. El efecto ideológico era muy rentable: cada parroquia en llamas era un aviso de que una nueva era y una nueva moral habían llegado. ¡La Revolución!

Se identificó a un total de 6.832 víctimas religiosas asesinadas en el territorio republicano, de las cuales 13 eran obispos, 4.184 eran sacerdotes, 2.365 religiosos y 283 religiosas.
La Iglesia se limitó a considerarlos "mártires" y a canonizarlos.

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