El 19 de noviembre de 1.969, los astronautas del Apollo XII Pete Conrad y Alan Bead hicieron un aterrizaje preciso en la superficie lunar en Oceanus Procellarum, en latín Océano de las Tormentas. Su lugar de aterrizaje estaba a apenas 163 metros del aterrizador robótico Surveyor 3 (que llegara a la Luna el 20 de abril de 1.967) del que tomaron una cámara.
La cámara de la Surveyor 3 fue una captura fácil y volvió a la Tierra bajo condiciones estériles gracias a la tripulación de Apollo XII. Cuando los científicos analizaron las piezas en una sala estéril, encontraron pruebas de microorganismos dentro de la cámara.
Para abreviar, una pequeña colonia de bacterias comunes – Streptococcus Mitis – se habían acumulado dentro del dispositivo.
Esta bacteria predomina en la mucosa lingual y en los dientes.
El resultado astrobiológico que se dedujo del experimento no planificado fue que la cámara se había contaminado en la Tierra, antes de salir. De 50 a 100 microbios parecían haber sobrevivido al lanzamiento, al hostil vacío del espacio, a tres años de exposición al entorno radiactivo de la Luna, al frío lunar con una temperatura media de -253 grados Celsius, por no mencionar la falta de acceso a nutrientes, agua o fuentes de energía.